martes, 12 de enero de 2021

Aguafuertes pandemicas. Engañando al aburrimiento




Los primeros tiempos de la cuarentena decretada por el Gobierno Nacional, aquí en Buenos Aires fue sumamente rígida, y por lo tanto muy aburrida para los que tuvimos el privilegio de quedarnos en casa, recuerdo el primer día aprovechar y dormir gran parte de las horas. 


Pero cuando me encontré en pijama por más de cuarenta y ocho horas empecé a enloquecer. Salía solo a realizar compras de primera necesidad y viviendo en la parte mas centrica de la ciudad, la soledad era impresionante. 


Parecía que había caído una bomba atómica y habían desaparecido gran parte de los humanos. Las calles más movidas de la ciudad como Avenida Corrientes y Avenida de mayo que suelen tener teatros, cines, bares, restaurantes gente caminando de acá para allá y un movimiento incansable que en otros momentos agota, parecían muertas, solo estaban abiertos los supermercados y los negocios de primerísima necesidad. 


Días antes se habían cerrado las fronteras por lo que ya casi no había turistas en la ciudad, pero y, ¿La gente que vive al día? ¿Que gana su salario con las ventas y servicios diarios? 

En el centro de la Ciudad hay cantidad de gente en situación de calle durmiendo en las calles, esa gente ¿Dónde estaba? 


El paisaje era desolador, en las metrópolis no se espera nunca ver que de golpe el movimiento queda congelado y que de un momento para el otro todo desaparece. 


No estaba permitido ni siquiera salir a caminar, se venía de vez en cuando un policía dando alguna vuelta y alguna persona que asustada pasaba rápidamente sin cruzarse a nadie. 

La primera semana después del susto empecé a sentir el aburrimiento y comencé a volcarme a los libros que uno siempre tiene “para leer después” 

Saqué una silla al pequeño balcón que tengo en este departamento y me empaché de lecturas mientras los días se convertían en semanas y las semanas en meses. 


En el medio pasó mi compleanos numero treinta y ocho,

en el medio estableci un nuevo vínculo con mi gato,

en el medio charle telefónicamente con personas que hace rato no lo hacía,

en el medio arme un grupo de wapsap con los vecinos del edificio, 

en el medio pensé que nadie llegaba vivo a fin de año, 

en el medio pasaron muchas cosas, mientras no pasaba nada. 


Una de las cosas que más me hizo ruido fue que mi aburrimiento estaba siendo el apocalipsis de otros, mientras yo me aburría otros se estaban quedando sin trabajo, mientras yo me aburría, otros estaban empezando a pasar hambre, mientras yo necesitaba engañar el aburrimiento, otros no sabían cómo engañar la panza. 


Durante ese primer periodo de la pandemia en Buenos Aires, era difícil engañarnos a nosotros mismos.


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