domingo, 7 de febrero de 2021

Demostrado quedó, con mi planta. Gracias Marcela Suárez donde quiera que estés...






No herede ninguna habilidad de mi padre sobre el mundo de las plantas, aunque siempre  fui bastante consiente del cuidado del medioambiente, la ecología y demás menesteres pero las plantas nunca fueron mi fuerte. Las pocas macetas que he llevado a casa siempre están destinadas al peor final. 

Pero hace alrededor de dos años una colega, Marcela Suárez me regalo una planta que según ella era súper noble, aunque no la regara durante días, y el sol faltara durante meses, me aseguró que esa planta sobreviviría.
Me lleve la maceta al departamento, la puse en el balcón y automáticamente hice lo que siempre hago con las plantas, olvidarme que existen.

No la regaba jamás, solo le tiraba agua con jabón después de lavar alguna ropa. En esa parte del balcón nunca le daba el sol, y sumado a todas esas desgracias el gato de vez en cuando se deleitaba masticando a modo de chicle algunas de sus hojas. 
Después de un tiempo me resultó muy extraño que la planta no se secara, parecía que enfrentaba valientemente cualquier adversidad resistiendo a la vida. 

Paralelamente, cada tanto también me comunicaba con Marcela y ella, estaba igual que la planta, resistiendo y aferrándose a la vida. 

Los últimos días de diciembre me enteré que Marcela ya no estaba y no pude dejar de pensar en mi planta, 
esa plantita que sin sol continuó brillando,
esa plantita que sin agua siguió creciendo, 
esa plantita que se aferró a la vida hasta último momento, 
y la lucho hasta que sus fuerzas dijeron basta.

Esa plantita hoy saco un hijito que pude trasplantar, y de golpe tuve a Marcela cerca, susurrándome al oído, 
diciéndome que tenga cuidado, que tenga cautela,  
por que no es justo para ningún educador que da su vida a la escuela morir a los seis meses de jubilarse.

La vida se abre paso y resiste, demostrado quedó con mi planta. Pero no seamos nosotros mismos los que atentemos contra nuestro bienestar y le demos la gracia al sistema de que al jubilarnos corramos el riesgo de no disfrutar la vida que nos merecemos.

La educación es nuestra pasión eso no se discute, pero siempre en su justa medida. 
No sea que por dar todo también se nos escape la vida. 
Le tenía y le tengo un gran respeto a esta mujer, por que inclusive estando ausente, sigue enseñando.

Demostrado quedó, con mi planta. 










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